“Pedir algo que beneficie también a aquel al cual se le pide.
Eso es lo que nos gustaría a nosotros”.

¿Cómo pedir a Dios algo que también beneficie a Dios?

Los Santos han dado respuesta a esta pregunta y es algo muy importante, algo que por desgracia ignoramos. Pienso en uno de los más grandes místicos, en uno de los Santos en el camino del agradecimiento. Pienso en San Agustín, en sus soliloquios habla de esto y hay una poesía atribuida a él muy conocida pero no suficientemente practicada y que expresa cómo tendría que ser nuestra oración.

No digo que solamente eso tenga que ser nuestra oración. Pero sí, como tendría que ser nuestra oración. Lo primero que debería tener nuestra oración, escribía San Agustín refiriéndose a Dios en su diálogo, su soliloquio, en su hablar con Dios:

“Dame amor vida mía, diré a voces, porque dando mi amor en Él te goces”.
Dame, amor…

¿Por qué no empezamos con pedir esto?
¡Dame, amor! 

Dame, amor vida mía decía San Agustín a Dios. Dame, amor por Ti.
“Dame amor vida mía diré a voces, porque dando mi amor en Él te goces”

Dame, amor vida mía, dame, amor, llena mi corazón de fuego, del fuego de tu amor y del fuego del amor al prójimo. Rompe esa costra espesa de egoísmo que tiene aprisionado adentro mi corazón, lo ha esclerotizado, lo ha hecho una roca indiferente ante tanto sufrimiento y dentro todavía queda un pequeño corazón de carne cada vez más reducido, cada vez más aprisionado por la roca del egoísmo.

¡Dame, amor vida mía diré a voces, porque danto mi amor en Él te goces! Esa tiene que ser nuestra primera oración.

Pedimos algo, que es bueno para nosotros. Es bueno amar, es bueno para el que ama, pero a la vez es bueno para aquel al cual le pedimos ayuda, Dios, y además tenemos que hacerlo como dice el Señor, con insistencia, ¡Todos los días!

Enamórame, Señor, enamórame de Ti, rompe las ataduras del pecado, haz como aquel sitio de Jericó, cuando el pueblo de Israel daba vueltas alrededor de la muralla de aquella antiquísima ciudad, tocando los cuernos, las trompetas, hasta que al séptimo día la muralla se derrumbo.
Que tu amor Señor, circunde las murallas de mi ciudad hasta que se derrumbe, y el pueblo que está prisionero dentro, pueda salir, el corazón de carne pueda salir.

Dame, amor vida mía diré a voces
Pedid y se hoz dará.

Enseguida pensamos en las cosas importantes, la salud el dinero, el trabajo, para nosotros, para los nuestros, para nuestra patria, cosas importantes, espero que nadie piense cosas malas. Pedimos cosas importantes, cosas buenas, seguramente necesarias, tenemos que hacerlo, el Señor quiere que lo hagamos. Somos sus hijos y tenemos que ir al Padre que es el todopoderoso con confianza, pero, pidamos y agradezcamos, es un deber agradecer, y pidamos en primer lugar aquello que agrada y que beneficia a aquel al cual le estamos dirigiendo nuestra oración de petición.

Dame, amor, dame, amor por ti, que te ame cada día más, dame amor por ti, dame amor por mi prójimo, dame la fuerza para perdonar, dame la fuerza para ser comprensivo, misericordioso, generoso, dame amor vida mía y luego también trabajo, dame salud, dame lo que haga falta, pero…, “Dame Amor”.

Con qué gusto escuchara Dios las oraciones de aquellos que en primer lugar le piden amor y que a continuación le dan las gracias.

Jesús, insistes, en que al que pide, recibe. El que busca, halla y al que llama, se le abre.

Pero no siempre parece así. Cuantas veces parece no haber respuesta, sin embargo, Tú no mientes, Quizá lo que tengo que comprender es que Dios responde de modos siempre sorprendentes.

PEDID Y SE OS DARA

Pedid paz y se os dará ternura.
Pedid, amor, y se os darán nombres.
Pedid misión y se os dará un camino.
Pedid encuentro y se os darán palabras.
Pedid escuela y se os dará un Maestro.
Pedid justicia y se os darán causas.
Pedid verdad y se os darán preguntas.
Pedid poder y se os dará una toalla y un lebrillo.
Pedid descanso y se os dará un amigo.
Pedid valor y se os dará una cruz.
Pedid pasión y se os darán tormentas.
Pedid alegría y se os dará bienaventuranza.
Pedid sabiduría y se os dará memoria.
Pedid fuerza y se os dará esperanza.
Pedid libertad y se os dará Resurrección.

J. M. Rodríguez Olaizola, sj.
G.C.R.