Ser humilde, pedir ayuda, tener fe y agradecer. He ahí el camino de la ceguera a la luz.

Mt 9, 27-31

Cuando Jesús se iba de allí, al pasar le siguieron dos ciegos gritando: «¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!». Y al llegar a casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo: «¿Creéis que puedo hacer eso?». Le contestaron: «Sí, Señor». Entonces les tocó los ojos diciendo: «Hágase en vosotros según vuestra fe». Y se abrieron sus ojos. Jesús les ordenó severamente: «¡Mirad que nadie lo sepa!». Pero ellos, en cuanto salieron, divulgaron su fama por toda aquella comarca.

A veces simplificar me puede hacer perder muchos matices, pero también, me puede ayudar a centrarme en lo importante. Hoy de la mano de Mateo puedo descubrir tres pasos fundamentales para mejorar y acercarme a Jesús. El primero es la humildad, los ciegos se han hecho conscientes de su ceguera. Este paso puede ser difícil, me cuesta ver mis fallos por creerme más importante que los demás o prefiero ver mis luces, esas, que irremediablemente dejarán al descubierto también mis sombras. 

Este es el momento para sincerarme contigo, Señor…

El segundo paso es pedir ayuda, si he hecho lo primero de corazón, esto es más fácil, siendo consciente que asumir que reconocer mi debilidad delante de otros, cuesta. Pero es el Señor y está y está esperando ese paso de mi parte para ayudarme con lo que necesito. 

El tercero es la Fe, creer en ti Señor, desde bien dentro, no como quien prueba si confiar mucho en el resultado, sino, sabiendo que Tú vas a darme lo que necesito, que Tú puedes curar mis cegueras e iluminar mis sombras, que tu luz me hará más feliz que todas esas máscaras y ese mirar hacia otro lado.

Fijémonos en esos tres pasos que dan los ciegos y por los que Jesús concede curarles. La humildad, la petición de ayuda, la fe, pero hay un cuarto paso que hay que descubrir a posteriori, “dar las gracias” dar las gracias por todo lo que te ha concedido, por todas esas veces que ya te ha sanado,

…es momento de hablar con confianza, como se charla relajadamente después de una jornada de trabajo bien hecha, con un claro camino marcado para centrarme en un regresar a ti Señor, recojo lo orado hoy y como una letanía repito esos cuatro pasos para interiorizarlos. “Ser humilde” “Pedir ayuda” “Tener fe” y “Agradecer”

Señor, dame una luz que me devuelva la confianza y me abra una puerta a la esperanza.

G.C.R.