Y tercer punto. La persona que está siguiendo este proceso de conversión debe ser luz para el mundo. No porque sea perfecto, que ninguno de nosotros somos perfectos. Todos nosotros, porque tenemos conciencia, somos conscientes de los errores, pero, porque queremos amar a Dios, porque deseamos que la gracia de Dios transforme nuestra vida, intentamos levantarnos con la ayuda del Señor y volver a empezar.

¿Soy yo luz en medio del mundo? ¿Luz de Esperanza?, y eso, porque sé que el pecado no es más fuerte que el amor de Dios. ¿Esperanza en el mundo?, porque, yo perdono como quiero que a mí me perdonen, esperanza en el mundo porque intento amar como a mí Dios me ama. Como en la parábola del hijo pródigo, Jesús nos expresa cómo es el amor del Padre, un amor incondicional, un amor gratuito, un amor que no recrimina, aunque sí educa y enseña, un amor que perdona.

¿Soy yo Luz en medio del mundo? ¿Soy yo buen testimonio? Como cristiano que soy, de que he sentido el amor de Dios, y por lo tanto los que me ven, ¿Experimentarán que soy una persona de esperanza? Porque sé que el pecado no es más fuerte que el amor de Dios y porque intento vivirlo así con los que pasan por mi lado.

Tres puntos que son fundamentales que vivamos, la gracia es un don de Dios, gratuito, pero no barato. Cristo ha venido a visitarme. Ábrele el corazón. ¿Eres consciente de tus pecados? Pues reza más, confiésate con más frecuencia, practica más los sacramentos, deja que el señor que está esperándote en el Sagrario llene tu vida con su amor y su gracia.

En segundo lugar, el cambio, la metanoia, la conversión, es decir, tienes que cambiar de vida, tienes que luchar por subsanar aquel mal que tú has engendrado, como hizo Zaqueo.

Y por último, ser testigos de Esperanza. Ante un mundo donde no hay valores ni verdades inmutables, nosotros tenemos que decir que si hay verdades inmutables y que hay valores que no dependen de la opinión de las mayorías. Que defender la vida como un don de Dios o defender la familia natural que es el proyecto que Dios puso en el corazón del hombre, “Por eso abandonará el hombre a su padre, a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne”, esto no puede depender de las mayorías ni tampoco de la cultura de la sociedad. Por tanto, hay que defender el derecho de los hijos a que sus padres los eduquen en sus convicciones.

Pidamos al señor que nos convirtamos como hizo Zaqueo, pero nadie se convierte si no se siente amado y muchas veces no nos sentimos amados no porque Cristo no nos ame sino porque nosotros como el hijo pródigo le dimos a Dios la espalda. Vuelve a tu casa, ven a rezar, ven a pedir ayuda, ven a pedir consuelo y con la ayuda de la gracia de Dios serás tú también luz como lo fue Zaqueo, luz que ayuda a convertir al amor del Señor, instrumento de Dios que ayuda a testimoniar, que la gracia de Dios lo puede todo.

Exige dar un testimonio, no es barato, pero da la felicidad a aquel que ama a Dios y quien corresponde a Dios, encuentra la salvación aquí y en la otra vida encontrará la salvación y verá a Dios cara a cara. Que el Señor nos ayude a ser instrumento suyo.

G.C.R.