La fiesta de hoy tiene como finalidad la exaltación de la persona de Jesús como expresión de nuestra fe en él como salvador, hermano y amigo.

1. A lo largo de todo el ciclo litúrgico le hemos ido siguiendo en su nacimiento, crecimiento delante de Dios y de los hombres, su dedicación a extender el Reino de Dios, su pasión, muerte y Resurrección. Le contemplamos finalmente en su Gloriosa Ascensión como vuelta al misterio de Dios, de donde había salido.

  • Una vida en la que todos y cada uno de nosotros hemos estado presente. Nada de lo que Él hizo, o, a Él le pasó, fue al margen de su empeño porque hoy, todos nosotros estuviéramos reunidos en su nombre, bajo la acción del Espíritu Santo, esperando su gloriosa venida para recogernos.
  • Nada le “pasó” en propio provecho. Todo fue para nosotros, que andábamos como ovejas sin pastor. Todo fue para cada uno de nosotros, que tantas veces hemos sido recogidos sobre sus hombros, para volver al redil después de alguna loca aventura.

Para que nosotros, que andamos medio náufragos en un mundo muchas veces encanallado, no nos encontrásemos solos sin saber qué hacer, a donde mirar para orientar nuestros pasos.

Para que nosotros, cuando el dolor de la desaparición de nuestros seres más queridos amenazara con lanzarnos a la desesperación, tuviéramos la certeza de que su separación no es una desaparición total sino, un paréntesis en el que nos aguardan en su casa definitiva.

Para que nosotros, cuando sintiéramos derrumbarnos ante la adversidad, no encontrando apoyatura alguna, pudiéramos agarrarnos a Él que, con su ejemplo y promesas, nos da aliento para seguir bregando.

2. Podríamos seguir así, recordando su maravillosa presencia, horas y horas pero no se trata de abrumarnos con datos sino de despertar en nosotros tal admiración por él que no nos contentemos con considerarle Rey sino, y como Él más lo deseo: NUESTRO BUEN PASTOR.

  • Nuestro Pastor que nos guíe en nuestra vida familiar realizándola conforme a su deseo de que la viviéramos con amor entrañable, con ternura, con entrega.
  • Nuestro Pastor que nos guíe en las relaciones con los demás en un ámbito de amor real, convertido en perdón, en ayuda, en aliento, en servicio.
  • Nuestro Pastor en el desempeño de nuestra actividad laboral siendo justos en salarios pagados y en trabajo realizado.
  • Nuestro Pastor en el campo de la formación preparándonos sólidamente para poder cooperar luego en el desarrollo de la sociedad.
  • Nuestro Pastor a la hora de servir a los demás poniendo a su disposición nuestros talentos personales.
  • Nuestro Pastor a la hora de ponernos en las manos de Dios.

3. Ese es el verdadero carácter y razón de ser de esta Festividad de Cristo Guía, de Cristo Pastor, de Cristo Líder.

  • Él consumió su vida en la oferta de su propia persona en favor nuestro. No seamos desagradecidos. Valoremos su gesto y digámosle de todo corazón: cuenta con nosotros, Jesús, te seguimos porque tienes para nosotros palabras de vida eterna. Tú eres nuestro camino, nuestro Pastor, nuestra fuerza, nuestra esperanza, nuestra gloria.

Con estos sentimientos vivamos la fiesta de Cristo Rey hoy y siempre, prolongándola a lo largo y ancho de toda nuestra vida. AMÉN.

Autor desconocido