LA PERLA DE LAS PALABRAS
Querido Ermes, hermano mío: Deseo asociarme también yo al don de los amigos, y agradecerte el precioso regalo que nos has hecho al ofrecernos estos pensamientos tan delicados, tan luminosos. No quiero expresarte simplemente la alegría que he sentido al leerte (cosa que, por lo demás, me ha sucedido siempre; tú, por fortuna, sabes hablar