ORACIÓN VIRTUAL

De vez en cuando Ernesto abre la Biblia con la intención de encontrar unas palabras, unos hechos o signos que le puedan ayudar a ir soportando la cuarentena, y esta tarde lee: “Él (Jesús) sabía lo que hay en el corazón de cada uno.” (Evangelio de Juan 2,25) Ernesto sintió una suave sacudida interior y se dijo a sí mismo: es una especie de cardiograma!!

¿Qué hay en nuestro corazón?
Temporalmente: pasado, presente y futuro. Geográficamente: pueblos, ciudades, continentes, mar, montañas y universo. Personalmente: ideas, sentimientos, plenitudes, vacíos y muchos anhelos… Ernesto iba clasificando muchas dimensiones de la vida que resuenan o se asientan en nuestro corazón.
Por la noche, sin embargo, Ernesto se hizo la pregunta clave: ¿qué quiero en mi corazón? Al cabo de unos momentos se empezó a sentirse perdido. No tenía claro el significado de la palabra querer ni la intensidad de sus amores. También le asaltó un pensamiento potente que le decía: a mí, me quiero a mi!

Preguntas del cardiograma:

1.- ¿Cuáles son las personas que en estos momentos de mi vida más quiero? ¿Cómo las quiero? Lo saben ellas?

– Sí, mucho. -Sí, pero no mucho. -Quizás. – Creo que no. – Seguramente no.

2.- ¿Cuáles son las personas que he amado? ¿Qué ha pasado? – La relación continúa. -Ya no nos vemos. -Fue una fantasía o quizás un desengaño. – No lo sé.

3.- ¿Qué personas me quieren? -Mucho, -bastante, -a temporadas, -según nos vaya, -ya no me quieren.

Así fue como Ernesto esa noche comenzó a hacer lo que dijo de su “cardiograma”. Cuando me lo contó, y mientras escuchaba su originalidad, yo iba pensando: ¿cómo es que Dios parece que no entra, en tu cardiograma? ¿O quizá sí … ya que Él siempre valora el amor-amor como hecho a Él? Así es como Padre; aunque, Ernesto, iría bien que también lo amaras directamente, que por alguna razón importante se hizo hombre, y “conocía lo que hay en el corazón de cada uno.” (Juan 2,25)

P. Jesús Renau, s.j.

Pregaria. Cat.