1. “Una voz grita en el desierto … Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”, nos ha dicho san Lucas en el Evangelio de hoy.

Esta voz era la de Juan Bautista. Cuando fue mayor, salió de casa de sus padres, y fue al desierto de Judá, movido por el Espíritu Santo. Y empezó a predicar a la gente, hablando de un bautismo de conversión para obtener de Dios el perdón de los pecados del pueblo de Israel.

“Allanen el camino …”, el camino por donde llegaría pronto Jesús de Nazaret; debía ser recibido con un corazón bueno, purificado del pecado y de todo aquello que lleva a hacerlo.

2. Para ayudar, Juan escogió un rito de purificación: una inmersión en el agua del río Jordán. Allá él podría alzar la voz y animar al pueblo a venir y prepararse con el agua de un bautismo de purificación. Y el evangelio dice: que la salvación de Dios se acerca …

El salmo 91 nos dice una palabra que puede ayudar: “Ojalá ustedes escuchen la voz del Señor: no cierren su corazón,” al contrario: ábranlo para recibir la gracia de la conversión.

Es una palabra que Dios nos  dice a nosotros, para una buena preparación a la próxima fiesta de NAVIDAD. La lectura de la Carta de san Pablo a los cristianos de Filipo puede también ayudarnos: “Esta es mi oración por ustedes: Que su amor siga creciendo más y más…

3. La realidad que nos rodea estos días de diciembre de este año es un poco diferente: la gente dice que quiere preparar la fiesta de la Navidad. ¿Pero, de qué fiesta de navidad se trata y de qué preparación?

Si la Navidad es para muchos una fiesta para gastar y hacer regalos, esa es una opción que no ayuda al verdadero sentido cristiano de la Navidad. Es una fiesta de fin de año, con un aspecto de frivolidad, de exterioridad, y a menudo no se ve cómo el Señor puede estar presente en este deseo de gastar, de mostrar la propia riqueza. Sobre todo si los pobres son olvidados.

4. Pidamos al Señor un poco más de fe para nuestro pueblo. No seamos como los habitantes de Belén, que no acogieron a la madre de un niño a punto de nacer, porque se trataba de una familia pobre. Que nuestra preparación sea la de la oración personal y comunitaria, la de la generosidad para los que no tienen casi nada, y para auxiliar a los que encuentran las puertas cerradas, como algunos de los migrantes que conviven con nosotros, con los vecinos sin trabajo y con hijos pequeños, con nuestros padres tal vez solos…   A mí me lo hicieron.

Autor desconocido