María es sin duda una madre y al mismo tiempo es también el mejor antídoto contra la indiferencia ante el dolor ajeno y que nos envía al mundo para ser “una esperanza para los demás”.

Al mismo tiempo, Francisco, el Papa, advertía con dureza frente a esa idea supersticiosa de la Virgen como una especie de “‘santita’ a la que se acude para conseguir “gracias baratas”, o peor aún, como una “madre misericordiosa” que contiene la ira de un “Cristo, considerado juez implacable”.

Papa Francisco