“No podéis servir a Dios y al Dinero”.

Estas palabras de Jesús no pueden ser olvidadas en ningún momento por quienes nos sentimos sus seguidores, pues encierran la advertencia más grave que ha dejado Jesús a la Humanidad. El dinero, convertido en ídolo absoluto, es el gran enemigo para construir un mundo más justo y fraterno, querido por Dios.

Desgraciadamente, la riqueza se ha convertido en nuestro mundo globalizado en un ídolo de inmenso poder que, para subsistir, exige cada vez más víctimas y deshumaniza y empobrece cada vez más la historia humana. En estos momentos nos encontramos atrapados por una situación muy triste generada en gran parte por el ansia de acumular, dominar… Prácticamente, todo se organiza, se mueve y dinamiza desde esa lógica: buscar más productividad, más consumo, más bienestar, más energía, más poder sobre los demás… Esta lógica es intolerante. Si no la detenemos, puede poner en peligro al ser humano y al mismo Planeta.

1. Tal vez, lo primero es tomar conciencia de lo que está pasando. Esta no es solo una mala gestión económica. Es un abuso social y humano. En estos momentos tenemos ya datos suficientes en nuestro entorno y en el horizonte del mundo para percibir el drama humano en el que vivimos inmersos.

Cada vez es más patente ver que un sistema que conduce a una minoría de ricos a acumular cada vez más poder, abandonando el hambre y la miseria a millones de seres humanos, es una insensatez insoportable. Inútil mirar a otra parte.

Ya ni las sociedades más progresistas son capaces de asegurar un trabajo digno a millones de ciudadanos. ¿Qué progreso es este que, lanzándonos a todos hacia el bienestar, deja a tantas familias sin recursos para vivir con dignidad?

2. Este afán por dominar está arruinando el sistema democrático. Presionados por las exigencias del dinero, los gobernantes no pueden atender a las verdaderas necesidades de sus pueblos. ¿Qué es la política si ya no está al servicio del bien común?

La disminución de los gastos sociales en los diversos campos y la privatización interesada e indigna de servicios públicos como la sanidad seguirán golpeando a los más indefensos generando cada vez más exclusión, desigualdad vergonzosa y fractura social.

3. Los seguidores de Jesús no podemos vivir encerrados en una religión aislada de cualquier drama humano.Las comunidades cristianas pueden ser en estos momentos un espacio de concienciación, discernimiento y compromiso. Nos hemos de ayudar a vivir con lucidez y responsabilidad. Los conflictos nos puede hacer más humanos y más cristianos.

José Antonio Pagola.