Me impresiona la forma en que Jesús concluyó su vida activa. Justo antes de entrar al camino de su Pasión, lavó los pies a sus discípulos y les ofreció su Cuerpo y su Sangre como alimento y bebida. Estos dos actos se corresponden. Ambos son expresión de la determinación de Dios a mostrarnos la plenitud de su amor…

Jesús nos llama a continuar su misión de revelar el amor perfecto de Dios en este mundo. Nos llama a la entrega total. No quiere que guardemos nada para nosotros mismos. Más bien quiere que nuestro amor sea tan pleno, tan radical y tan completo como el suyo.

Quiere que nos inclinemos al suelo y que toquemos los lugares, del uno y del otro, que sea más necesario lavar.

También quiere que nos digamos el uno al otro: Come y bebe de mí. Por medio de esta completa alimentación mutua, quiere que nos convirtamos en un solo cuerpo y un espíritu, unidos por el amor de Dios.

Henri J. M. Nouwen.