“Me llamo Ignacio, tengo 39 años y se me ha diagnosticado un tumor canceroso de difícil tratamiento. Siempre he sido muy religioso pero me cuesta admitir mi situación. Sé que Dios lo hace todo por nuestro bien, incluso me dicen y me han dicho siempre que Dios nos envía sufrimientos en esta vida para darnos un premio mayor en el cielo, pero es no me consuela. No sé si usted podrá decirme algo.”

No te puedo decir nada que no sepas, Ignacio. Solo puedo decirte que estoy de acuerdo contigo en que esas explicaciones que nos dan del sufrimiento, que Dios nos lo envía para luego darnos un mayor premio en el cielo, no me convencen. Es como si un padre le dijera a su hijo: “Mira, hijo mío, te voy a regalar una bicicleta, pero para que te la merezcas debidamente te voy a dar primero una buena paliza y así merecerás la bici, y cuanto más paliza te dé, mejor será la bici.” Hacernos sufrir aquí para darnos mayor gloria allí sería lo mismo. No tiene sentido.

Yo pensé mucho a lo largo de años sobre el sentido de la vida, y le daba mil vueltas, hasta que me encontré con este dicho de Krishnamurti:

“La vida no tiene sentido, ni tiene por qué tenerlo.”

Parece un disparate, pero es lo más sincero y tranquilizador y liberador que conozco. Nada de desesperación o angustia o descontento. Sencillamente vivir la vida día a día tal como viene, que siempre es un privilegio sentirla y vivirla, y ya iremos viendo lo que nos trae. La vida siempre tiene que tener altos y bajos, alegrías y tristezas, gozo y sufrimiento. Y eso es todo.

Otro dicho taoísta que a mí me ilumina:

“Cuando dices belleza has creado la fealdad.”

No existe la una sin la otra. No puedes tener cumbre sin valle, alegría sin tristeza, o gozo sin sufrimiento. Son dos caras de una misma moneda.

La vida, para ser vida, ha de tener de todo, y en eso estamos. Nosotros sí que podemos hacer algo, y es aceptar la realidad en vez de protestar contra ella. Desde luego, hacer todo lo posible por evitar el sufrimiento en nosotros y en los demás, y luego recibir lo que venga. A todos nos toca.

P. Carlos G. Vallés s. j.