– “Maestro, ¿qué debo hacer para no quedarme molesto?. Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro con aquellas que calumnian.”
– “¡Pues, vive como las flores!”, advirtió el maestro.
– “Y… ¿cómo es vivir como las flores?”, preguntó el discípulo.
– “Pon atención a esas flores”, continuó el maestro, señalando unos lirios que crecían en el jardín.
– “Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos.”
– “Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse… Ejercita pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera y perfuma la vida de los demás haciendo el bien.”
– “Esto, es vivir como las flores”
C/ Federico Ma. Sanfelíu, s.j.