“Da gracias al Señor, porque él es bueno.
Su amor perdura para siempre.
Da gracias al Dios del cielo.
Su amor perdura para siempre”.
SALMO 136: 1,26
Siempre he sido muy consciente de mi reloj. A menudo me preguntaba: “¿Puedo duplicar mis años?” Cuando tenía treinta años dije: “¡Puedo vivir fácilmente otros treinta!” Cuando tenía cuarenta años, pensé: “¡Tal vez solo estoy a medio camino!” Hoy ya no puedo decir eso, y mi pregunta se ha convertido en: “¿Cómo voy a usar los pocos años que me quedan?”
Todas estas preocupaciones sobre nuestro reloj provienen de abajo. Se basan en la presuposición de que nuestra cronología es todo lo que tenemos para vivir. Pero visto desde arriba, desde la perspectiva de Dios, nuestro reloj está incrustado en el abrazo intemporal de Dios. Visto desde arriba, nuestros años en la tierra no son simplemente cronos, sino kairos, otra palabra griega para el tiempo, que es la oportunidad de reclamar para nosotros el amor que Dios nos ofrece de eternidad a eternidad.
Henri J. M. Nouwen.