1. A Jesús le hacían todo tipo de preguntas.
sobre el trabajo y el ayuno en sábado.
sobre los impuestos para el emperador.
sobre la pena de muerte y la mujer adúltera.
sobre la resurrección de los muertos…
Y también sobre el divorcio. ¿Puede el marido, siguiendo a Moisés, despedir a su esposa?
Pregunta que hoy seguimos haciendo a los jueces, a los psicólogos y a la iglesia.
2. El matrimonio “hasta que la muerte nos separe” es un ideal hermoso pero es también una realidad rota, casi inalcanzable en este mundo nuestro en que todo es desechable.
En este vivir aquí y allá, en Ecuador, en España o en Méjico, hay que mantener el matrimonio contraído ante la Iglesia.
Los seguidores de Jesús, de aquí y de allá, estamos llamados a vivir en fidelidad.
En este mundo de la velocidad y la movilidad, el arte de amar, la disciplina del amor, el compromiso, el proyecto de vida… se convierten en el sexo fugaz.
Los jóvenes hacen hijos y viven juntos mientras dura la felicidad de la piel.
De los padres que piden la Confirmación para sus hijos, sólo unos pocos están casados por la iglesia o ante el juez. Gran parte viven una unión libre, provisional, sin proyecto, sin raíces, sin compromiso, sin fe en si mismos y sin fe en Dios.
3. Para bailar merengue se necesitan dos, tú y yo. Para hacer un matrimonio cristiano se necesitan tres, tú y yo y Dios.
Dios y su fidelidad, Dios y su amor, Dios y su perdón son el ingrediente que da sabor y hace posible la, a veces imposible, relación humana.
4. Dejemos responder a Jesús a la pregunta: ¿Puede el marido despedir a su esposa?
- “Moisés escribió esta ley porque ustedes son duros de corazón…Pero la Biblia dice que en el principio…
La respuesta de Jesús va más allá de Moisés, más allá de las opiniones y más allá de las costumbres de sus contemporáneos.
La respuesta de Jesús se remonta al principio de la creación, al plan de Dios. Y en la mente de Dios, en este acto creador, Dios hizo al hombre y a la mujer para ser uno en dignidad, uno en el amor, uno en la transmisión de la vida, uno física y espiritualmente, uno para siempre.
Sólo los que poseen el Espíritu de Dios pueden entenderlo. “No es bueno que el hombre esté solo”.
El ser humano, hombre y mujer, más que un ser que esté solo, es un ser incompleto y por lo tanto necesitado.
Necesitado de compañía para jugar a las cartas.
Necesitado de compañía para matar la soledad.
Necesitado de compañía para amar y hacer el amor.
Necesitado de compañía para vivir la fe.
5. Y algunos buscan y buscan y nunca encontrarán la compañía perfecta, el hombre o la mujer perfecta. Perfecto sólo es Dios. El amor perfecto sólo es Dios.
Y dejaremos de estar incompletos y necesitados de compañía cuando descansemos en Dios. Mientras tanto estamos llamados a vivir la aventura de nuestras soledades y de nuestros amores desde el plan creador de Dios, en fidelidad y amor.
El matrimonio es una gran vocación. Y la enseñanza de Jesús no es sí o no al divorcio, sino descubrir la aventura del amor en pareja.
El matrimonio no es sólo la llamada de la carne, del sexo, de lo incompleto es también la llamada de Dios a transmitir la vida y a vivir en un estado nuevo el amor de Dios y de los hermanos.
Es una vocación tan seria como la vocación al sacerdocio.
En el matrimonio eres don de Dios para tu pareja.
“El sacramento del matrimonio no celebra el flechazo, ni un modo de instalarse cómodamente en la sociedad, se celebra el amor, el encuentro con el otro, el afecto sereno, la confianza y la confidencia sin reserva, la comunicación, la aceptación y el conocimiento real. Se celebra la instalación en el amor con futuro, capaz de romper cualquier fisura. Se celebra el amor con deseo de totalidad, de entrega sin límites. Quien más capacidad de amor posee, más capacidad de servicio desarrollará. La dimensión humana y cristiana del amor no se agota en la relación afectiva, sino que implica el servicio a los demás”.
En el cincuenta aniversario de su boda le preguntaron a Henry Ford por el secreto de su feliz matrimonio. Y éste contestó: “El mismo que el de la industria del automóvil, limitarte a un modelo”.
6. ¿Es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?
Los judíos nunca tuvieron dudas sobre la indisolubilidad del matrimonio. Aceptaban la autoridad del Deuteronomio 24, 1-2 .
El único desacuerdo entre los fariseos radicaba en la interpretación de “algo vergonzoso”. Para el rabino Shammai se trataba de un escándalo, el adulterio. Para el rabino Hillel era cualquier pequeño defecto como quemar la comida. Para otros simplemente cuando la mujer dejaba de ser atractiva.
Jesús se olvida de toda esta casuística para remontarse al libro del Génesis, al diseño de Dios. “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”.
Jesús trata a la mujer como persona.
Jesús no está interesado en principios legales sino en principios morales.
Los fariseos se fijaban en la ley y despreciaban el ideal.
En Europa y en América el gran problema es el divorcio y los siguientes matrimonios.
¿Debería la iglesia como hizo Moisés –por la dureza de vuestro corazón- encontrar una solución más blanda frente a la intransigencia de la indisolubilidad? Muchos opinan que sí porque nosotros no somos mejores que los judíos del Antiguo Testamento.La iglesia debe presentar siempre el ideal del Evangelio de manera que se pueda ver como práctico y realista para los hombres de hoy.
Autor desconocido