UNA COSA NECESARIA
MAGISTERIO INTERIOR

1. Ha llegado el verano. Y con el verano, las vacaciones. Muchos interrumpirán su trabajo, se liberarán de una ocupación forzada e iniciarán un modo de vida diferente.

Pero, ¿qué es este tiempo libre? ¿en qué se ocupa? ¿es verdaderamente libre? ¿qué es descansar? ¿cómo puede descansar y renovarse una persona?

  • Para muchos, lo importante es huir. Escapar de esa cotidianeidad que agobia, aburre y asfixia. Consolarse de la vida anodina y penosa de cada día.
  • No es extraño que ciertos «descansos» terminen agotando a bastantes y que este tiempo libre haga a muchos más esclavos aún de la trivialidad y más prisioneros de la superficialidad y el consumismo.

2. Cuánto bien podrían hacernos a todos las palabras de Jesús alabando la actitud de escucha de María, sentada serenamente a sus pies. Son palabras que nos deben hacer pensar: «Marta, Marta: andas inquieta y nerviosa con tantas cosas. Sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte».

El ser humano actual necesita aprender el arte de escuchar. Necesitamos hacer silencio, curarnos de tanta prisa, detenernos despacio en nuestro interior, sincerarnos con nosotros mismos, sentir la vida a nuestro alrededor, sintonizar con las personas, escuchar la llamada silenciosa de Dios.

  • No se trata de buscar el silencio por el silencio, sino de reencontrarnos a nosotros mismos, enraizarnos más sinceramente en nuestro ser, y, sobre todo, escuchar al que es la fuente de la vida.

Dedicar un tiempo de nuestras vacaciones a estar sencillamente en silencio, a la escucha de nuestra pobre vida y a la escucha de la ternura de Dios, puede resultar insoportable al comienzo, pero puede ser una experiencia de renacimiento gozoso.

Con frecuencia, nuestra oración está tan llena de nuestras peticiones, preocupaciones e intereses, que nos resulta difícil encontrarnos con el Dios vivo.

Y, sin embargo, lo que cambia el corazón de la persona y la renueva es la comunicación con ese Dios Viviente. Descubrir en lo más profundo de mí, allí donde yo estoy solo y donde ningún otro puede penetrar la paz, la reconciliación y la ternura de ese Dios que me ama tal como soy.

NADA HAY MÁS NECESARIO

El episodio es algo sorprendente. Los discípulos que acompañan a Jesús han desaparecido de la escena. Lázaro, el hermano de Marta y María, está ausente. En la casa de la pequeña aldea de Betania, Jesús se encuentra a solas con dos mujeres que adoptan ante su llegada dos actitudes diferentes.

Marta, que sin duda es la hermana mayor, acoge a Jesús como ama de casa, y se pone totalmente a su servicio. Es natural. Según la mentalidad de la época, la dedicación a las faenas del hogar era tarea exclusiva de la mujer.

María, por el contrario, la hermana más joven, se sienta a los pies de Jesús para escuchar su palabra. Su actitud es sorprendente pues está ocupando el lugar propio de un «discípulo» que solo corresponde a los varones.

En un momento determinado, Marta, absorbida por el trabajo y desbordada por el cansancio, se siente abandonada por su hermana e incomprendida por Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano». ¿Por qué no manda a su hermana que se dedique a las tareas propias de toda mujer y deje de ocupar el lugar reservado a los discípulos varones?

  • La respuesta de Jesús es de gran importancia. Lucas la redacta pensando probablemente en las desavenencias y pequeños conflictos que se producen en las primeras comunidades a la hora de fijar las diversas tareas: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa por muchas cosas cuando en realidad solo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y nadie se la quitará».
  • En ningún momento critica Jesús a Marta su actitud de servicio, tarea fundamental en todo seguimiento a Jesús, pero le invita a no dejarse absorber por su trabajo hasta el punto de perder la paz. Y recuerda que la escucha de su Palabra ha de ser prioritaria para todos, también para las mujeres, y no una especie de privilegio de los varones.

Es urgente hoy entender y organizar la comunidad cristiana como un lugar donde se cuida, antes que nada, la acogida del Evangelio en medio de la sociedad secular y plural de nuestros días. Nada hay más importante. Nada más necesario. Hemos de aprender a reunirnos mujeres y varones, creyentes y menos creyentes, en pequeños grupos para escuchar y compartir juntos las palabras de Jesús.

José Antonio Pagola.