En mis últimos 15 años como geriatra y médico de cuidados paliativos, he tenido conversaciones muy sinceras con innumerables pacientes que se acercan al final de sus vidas. La emoción que expresan más comúnmente es arrepentimiento: se arrepienten de nunca haberse tomado el tiempo para reparar relaciones y amistades rotas, se arrepienten de nunca haber dicho a su familia y amigos cuánto les importaban, se arrepienten de que sus hijos los van a recordar como madres extremadamente exigentes o padres severos y autoritarios.
Es por eso que se me ocurrió crear un proyecto para animar a las personas a escribir una última carta a sus seres queridos. Puede hacerse cuando uno está enfermo, pero en realidad vale la pena hacerla cuando uno está todavía sano, antes de que sea demasiado tarde.
Fue una lección que aprendí de un paciente moribundo. Era un veterano de los marines que había practicado el silencio durante toda su vida. Su esposa lo visitaba todos los días, observándolo mientras él veía televisión. En su matrimonio de más de cincuenta años nunca había sido muy conversador.
Sin embargo, conmigo era más abierto. Me habló de su profundo arrepentimiento por no haber pasado suficiente tiempo con su esposa, a quien amaba mucho, y de lo orgulloso que se sentía de su hijo, que se había unido al cuerpo de marines como él.
Cuando le mencioné esto a su esposa e hijo me dijeron que mi paciente era incapaz de expresar esos sentimientos.
Yo quería resarcir mi credibilidad y asegurarme de que la esposa pudiera realmente escuchar a su esposo declarando su amor. Así que la mañana siguiente con el consentimiento de mi paciente, grabé una carta abierta de él a su familia. Cuando les di la carta grabada como recuerdo, tanto el hijo como la esposa se conmovieron hasta las lágrimas.
Esta experiencia se ha convertido en el “Proyecto Cartas a familia y amigos de Stanford”. Es un formato de carta que puede ayudar a las personas a completar siete tareas de repaso de vida: reconocer a las personas importantes en nuestra vida, recordar momentos atesorados, disculparnos con aquellos que podríamos haber lastimado, perdonar a quienes nos dañaron, y decir “gracias”, “te quiero” y “adiós”.
Aunque parece algo de sentido común, muchas personas no siguen estos pasos antes de morir, con lo que dejan a sus familiares con preguntas sin respuesta y una sensación de arrepentimiento.
El formato de la carta, permite a quien lo llene expresar gratitud, perdón y arrepentimiento. Muchos utilizan el formato para expresar orgullo por sus hijos de una manera en que quizá no podrían haberlo hecho en persona.
Los invitamos a usar el formato “Querida familia y amigos” y escribir su carta ahora, mientras todavía pueden hacerlo.
C/. Federico María Sanfelíu, s.j.