LA LLAVE DE LA FELICIDAD
Lao Tzu daba un largo paseo todos los días antes de salir el sol por las colinas en compañía de discípulos que lo acompañaban respetuosos. Sólo había una condición para reunirse al paseo, y era que no había que hablar nada. Ni siquiera el maestro hablaba. Hablaba sólo la naturaleza en el lenguaje callado de