ANDRÉ COMTE-SPONVILLE:
“NOS HA TOCADO VIVIR EN LA SOCIEDAD DESORIENTADA”
¿Qué se aprende a los 60 que no se haya aprendido antes?
Hay cosas que uno ya intuía y que de golpe resultan obvias. Como la brevedad de la vida. Como dijo Apollinaire, “cuán lenta es la vida y cuán violenta la esperanza”. Antes era muy sensible a “la lentitud” de la vida; ahora que me acerco a los 60 soy mucho más sensible a su “brevedad”.
¿Algo más?
Que tu felicidad cada vez depende más de la de tus hijos. Mi hijo mayor tiene 28 años y ahora sé que la vida de nuestros hijos se hace más valiosa que la nuestra. Y sé que su felicidad no depende de nosotros. Descubres que la vida es más importante que la filosofía y que la sabiduría consiste en amar la vida tal como es.
¿Sigue usted suscribiendo la famosa sentencia freudiana por la cual cualquier educación fracasa?
Una madre pregunta a Freud: “¿Qué puedo hacer para educar a mis hijos?”. Y él le contesta: “Haga lo que quiera, porque no funcionará”. No se hacen hijos para ser feliz. Tener hijos aumenta tu capacidad de amor y también de disgustos.
¿Qué hemos perdido?
Tradicionalmente, el hijo sabe que la madre, pase lo que pase, siempre le amará y que el padre, pase lo que pase, siempre le mandará. Los hombres de mi generación hemos hecho de padres con rasgos de madre, somos más amables, más cool… Creo que en una casa, dos mamás son demasiadas.
Si para los antiguos el filósofo era el médico del alma, ahora que acudimos al psiquiatra, ¿qué papel le queda al filósofo?
El papel de la filosofía es enseñar a vivir al que no está enfermo.
“La filosofía empieza donde acaba la terapia”.
Me gusta decir eso, sí. Algunos amigos psiquiatras me comentan que al final de la terapia sus pacientes se compran uno de mis libros… porque ya pueden tomar las riendas de su vida.
Núria Escur