Luis Rojas-Marcos, adquirió notoriedad mundial como jefe de Salud Mental de Nueva York durante los atentados del 11-S. Ahora, quien lleva medio siglo escuchando al prójimo, presenta un libro defendiendo el valor terapéutico de hablar a los demás y a uno mismo. Y predica con el ejemplo. Le preguntamos:

–  Si “somos como hablamos”, ¿como es usted, doctor?

Hablador. Me hablo mucho a mí mismo, a veces en voz alta, a veces en voz baja, pero me ayuda a gestionarme, a animarme, a ponerme límites. Hablarme es fundamental en mi día a día. Todos deberíamos hablar más solos.

–  ¿No era eso cosa de locos?

Ese es el problema. Se ha estigmatizado. Los niños, desde los 2 o 3 años, se hablan a sí mismos, se animan, se acunan, se consuelan. Luego, nos da vergüenza, porque se identifica a la persona que habla sola con el enfermo que oye voces. Nos reprimimos, y es un gran error. Igual que nos enseñan a hablar, y a pedir las cosas por favor, deberían enseñarnos a hablar con nosotros mismos.

–  Hoy se ve a mucha gente hablando sola, pero al móvil.

Si están hablando con alguien, bien. Lo malo de la tecnología es cuando interfiere en tu capacidad de hablarte a ti mismo, o hablar con los demás, o tener relaciones reales: es un problema muy serio.

C/ Federico Ma. Sanfelíu, s.j.

De una entrevista en El País. Madrid