La palabra “espiritualidad” provoca equívocos
Carta Mensual a los Equipos de Nuestra Señora, junio 1950.
Tiene que quedar claro lo que significa ESPIRITUALIDAD. Desde luego no es una huida de la realidad.
A quién les pregunte: “¿Qué es eso de los Equipos de Nuestra Señora a los que pertenecen?” Respondan sin dudar: “Grupos de espiritualidad”.
Las reacciones suscitadas por esta definición, lo habrán observado seguramente, son muy variadas. No todas demuestran ni mucho interés ni simpatía. A veces, es una simple sonrisa, condescendiente, aquélla que se concede a un loco inofensivo pero perfectamente inútil para sus semejantes, cuando confiesa que colecciona piedras antiguas, autógrafos, o escarabajos… A veces uno llega a escuchar: “¡Ni pensarlo!: estoy demasiado ocupado en mis tareas profesionales, familiares, sociales… como para ocuparme encima de la espiritualidad!” Y a veces, incluso la gente se escandaliza en serio: “¿Evadirse así de lo temporal, no es traicionarlo? Justo en un momento en el que tantas situaciones de sufrimiento requerirían nuestro compromiso y cuando se está forjando una nueva civilización — que además se construirá contra nosotros, si no colaboramos en ella.”
Estas reacciones revelan un desprecio que procede de la ignorancia. ¡Unos parecen asimilar la espiritualidad a un pasatiempo, a un adorno! Otros, concediéndole por una parte más aprecio, no ven en ella más que la ciencia de la oración y de la virtud: ni se les ocurriría que la espiritualidad pueda tener alguna relación con las responsabilidades familiares, profesionales o cívicas… Unos y otros ignoran lo que es realmente la espiritualidad. ¿Cómo disipar los equívocos.?
Sin duda es necesario precisar bien lo que designa la palabra espiritualidad.
La espiritualidad es la ciencia que trata de la vida cristiana y de los medios que la conducen a su plenitud.
Ahora bien, la vida cristiana en su totalidad no es sólo adoración, alabanza, ascesis, esfuerzo de vida interior. Es también servir a Dios en el lugar en que Él nos ha colocado: familia, profesión, ciudad…
Del mismo modo, los hogares que se agrupan para iniciarse en la espiritualidad, lejos de buscar los medios para evadirse del mundo, se esfuerzan en aprender cómo pueden servir a Dios, en toda su vida y en medio del mundo, a ejemplo de Cristo.
Henri Caffarel.