Esta mañana estaba yo paseando por Madrid cuando un señor se me acercó pidiéndome una limosna con un vaso de plástico en la mano. Lo extraño es que estaba bien vestido y que hablaba y se portaba en todo como un caballero.
En Madrid está prohibido el dar limosna en público, y hay avisos sobre ello en carteles. Claro que no hay avisos contra el pedir limosna ya que un mendigo no tendría limosna para pagar la multa.
Yo obedecí a la ley y no di nada, pero me quedé pensando que aquel buen hombre debía estar en un verdadero apuro cuando se veía reducido a ese extremo.
Nosotros hablamos de la crisis que estamos sufriendo, pero no a todos nos afecta lo mismo. Quienes más sufren son los pobres.
Los religiosos hacemos voto de pobreza, pero no sentimos sus efectos. Que aprendamos al menos a ser sencillos y modestos en el vivir.
P. Carlos G. Vallés, s.j.