La paradoja de la sociedad actual es patente: es rica y pobre a la vez. Esta descripción de Phil Bosmans podrá parecerle catastrofista a alguien. A mí, personalmente, me parece realista:
«Nunca hubo tanto tiempo libre, tantas vacaciones, tanto descanso. Nunca hubo tantos estimulantes, tanto alcohol, tantas drogas. Nunca hubo medios de transporte tan cómodos, viviendas tan bien decoradas, un nivel de vida tan alto. Y nunca hubo tantos hombres infelices, tantos matrimonios fracasados, tantas familias naufragadas. Nunca hubo tan poca alegría “alto. Y nunca hubo tantos hombres infelices, tantos matrimonios fracasados, tantas familias naufragadas. Nunca hubo tan poca alegría.»
Esta descripción que hace Bosmans de la actual sociedad occidental, rica y desarrollada, es certera y ajustada. Con solo abrir los ojos a la realidad, nos damos cuenta en seguida de que la gente, en general, no está alegre, no respira buen humor, no tiene paz en su corazón: en definitiva, no es feliz. Al enorme desarrollo económico que ha experimentado el mundo industrializado de Occidente, no le ha correspondido, por desgracia, un igual progreso humano y espiritual. Al dinero acumulado no le ha seguido una igual cantidad de humanidad y de sensibilidad.
El Primer Mundo rico es como un gran gigante con pies de barro. Su fundamento no son los grandes valores éticos, sino ingentes cantidades monetarias que no entienden nada de solidaridad.
P. Joan Bestard Comas.
Pasaje de Diez valores éticos