Evangelio según san Mateo 23, 1-12
El Dios de los profetas, el de Isaías, no quiere perder el contacto, ni siquiera con los que han decidido prescindir de él. Quiere encontrarse con ellos.
El Dios que busca a quien ha decidido no buscarle, no amarle y no seguirle.
Hoy, Jesús nos llama a dar testimonio de vida cristiana mediante el ejemplo, la coherencia de vida y la rectitud de intención. El Señor, refiriéndose a los maestros de la Ley y a los fariseos, nos dice: «No imitéis su conducta, porque dicen y no hacen» (Mt 23,3). ¡Es una acusación terrible!
El Dios humilde nos hace humildes para aceptar a los demás, y atraerlos hacia el señor con lazos de amor y misericordia como nos dice el Profeta Oseas. Más bien tener un trato distinto nos reduciría a comportarnos como los escribas y fariseos que se predicaban así mismos y sometían a los demás a sus normas carentes de compasión mientras que su vida no conducía hacia Dios.
Es en este sentido que nos viene maravillosa la frase del Papa Emérito Benedicto:
«Sólo la relación entre una verdad consecuente consigo misma y su cumplimiento en la vida puede hacer brillar aquella evidencia de la fe esperada por el corazón humano; solamente a través de esta puerta [de la coherencia] entrará el Espíritu en el mundo» (Benedicto XVI).
Es importante no olvidar que muchas cosas debemos luchar para ser coherentes y cuenta también el esfuerzo de las personas.
Pidamos como nos pide el Papa Francisco: La coherencia hay que pedirla de rodillas.
P. Javier Montalvo.