Después de trabajar todo el día, se echó en la cama, con el cobertor que apenas lo abrigaba, y pensó: “Hoy fue un buen día. Hoy no tuve que trabajar en el viento helado. Y esta noche, si me despierto con hambre, tengo un pedazo de pan, lo como y duermo bien”.
¡Alegría, felicidad! ¿Puedes creerlo?
Una vez conocí a una mujer paralítica. Todos le preguntaban: ¿Dónde encontraste esa alegría que trasuntas todo el tiempo?
“Tengo todas las cosas más encantadoras de la vida. Puedo hacer las cosas más bellas de la vida”.
¡En el hospital, paralizada y llena de alegría! ¡Qué mujer extraordinaria!
Todo cambio auténtico se efectúa sin esfuerzo alguno. El ser humano tiene fabulosas energías en reserva, para cuando necesita ponerlas en acción.
Anthony de Mello, s.j.