En todas las esquinas de la vida,
Tú lo sabes, Señora,
nos espera el dolor,
los hijos muertos,
la angustia del salario que no llega,
el puñetazo cruel de la injusticia,
la violencia y la guerra,
el horrible vacío de tantas soledades,
los infinitos ríos del llanto de los hombres.
¿Y a quién acudir sino a tu lado,
Virgen experta en penas,
sabia en dolores,
maestra en el sufrir,
conocedora de todas las espadas?
Por el cansancio del camino a Belén
te pedimos por todos los cansados.
Por el frío de la cueva y la noche de Navidad,
acuérdate de los que tienen hambre.
Por el dolor del Hijo que perdiste en el templo,
ayuda a tantos padres que pierden a sus hijos
por los más turbios caminos,
Por los años de oscura pobreza en Nazaret,
da un más ancho salario de amor a tantos hombres
que ven cómo decrecen sus salarios.
Por el largo silencio de tus años de viuda,
acompaña a tantos y tantos solitarios.
Por la angustia de ver perseguido a Jesús,
no abandones a tantos que la injusticia aplasta.
Por las horas terribles del Calvario y la sangre,
siéntate cada tarde al borde de la cama
de todos los que viven muertos sin salud y sin fuerzas.
Tú, que sabes de espadas, Virgen Madre de los dolores,
pon en tu corazón a cuantos tienen el alma destrozada. Amén.
P. José Luis Martín Descalzo