La alegría es esencial para la vida espiritual. Cualquier cosa que pensemos o digamos acerca de Dios, cuando no estemos alegres, nuestros pensamientos y palabras no pueden dar fruto. Jesús nos revela el amor de Dios para que su alegría se convierta en la nuestra y que nuestra alegría se complete.
La alegría es la experiencia de saber que eres amado incondicionalmente y que nada (enfermedad, fracaso, angustia emocional, opresión, guerra o incluso la muerte) puede quitarte ese amor.
La alegría no es lo mismo que la felicidad. Podemos estar descontentos con muchas cosas, pero la alegría todavía puede estar allí porque proviene del conocimiento del amor de Dios por nosotros…
La alegría no nos sucede simplemente. Tenemos que elegir la alegría y seguir eligiéndola todos los días. Es una elección basada en el conocimiento de que pertenecemos a Dios y que hemos encontrado en Dios nuestro refugio y nuestra seguridad y que nada, ni siquiera la muerte, puede alejar a Dios de nosotros.
Henri J. M. Nouwen.