Algunos (afortunadamente no muchos) me dicen que se aburren con su trabajo y con la vida en general, y eso les preocupa.
A mí me ayuda algo que mi padre me dijo cuando yo era pequeño: “Sólo se aburren los tontos.” Bendita memoria.
Hay que evitar los dos extremos de trabajar demasiado y estar ocioso. Siempre algo a la mano, y nunca prisas y apuros.
La edad no es excusa para la vagancia. Siempre hay algo que hacer, leer o escribir, ir a pasear o verse con amigos, o incluso (Dios no lo permita) ver la televisión.
P. Carlos G. Vallés, s.j.