DOMINGO 6 DE PASCUA Jn 14, 23-29
En Polonia vivía un rabino muy famoso y un turista que había oído hablar de su santidad y de su sabiduría decidió hacerle una visita. Le sorprendió mucho que la casa del rabino fuera sólo una habitación, limpia y ordenada, que sólo contenía una cama, una mesa, dos sillas y unos libros.
¿Rabino, le preguntó el turista, dónde están los muebles? El rabino le contestó con la siguiente pregunta, ¿y dónde están los suyos?
¿Mis muebles? Yo sólo soy un turista, estoy aquí de paso. El rabino le contestó: Yo también estoy de paso.
1. El domingo pasado recordábamos el testamento vital de Jesús, su undécimo mandamiento, el “como yo les he amado”.
En el evangelio de hoy que suena a despedida, Jesús nos dice: “Me voy y vuelvo a su lado”. Jesús también estaba de paso y ahora está de mudanzas. Cumplida su misión deja la casa de la tierra y se muda a la casa del cielo, a la derecha del Padre.
2. Uno de los signos de los tiempos es la movilidad. Los hombres somos hoy más nómadas que en el pasado. Por razones económicas, sociales y religiosas estamos de mudanzas continuamente, dejamos una ciudad, un país, una casa, un trabajo…estamos de paso y de mudanzas continuas.
Jesús vuelve al Padre, a la ciudad que no necesita sol ni luna, a la ciudad sin templos porque el Señor es el templo.
Dios siempre fue nómada, compañero de camino de su pueblo. Un día lo encerraron en el gran Templo de Jerusalén y sólo fue liberado cuando los romanos lo destruyeron y no dejaron piedra sobre piedra. Desde entonces sigue viajando en busca de una morada en el corazón de los hombres.
Nosotros nos instalamos y nos acomodamos tan profundamente que ya no queremos movernos, ni siquiera la promesa del cielo y la tierra nueva nos interesan. No me pregunten cómo será el nuevo cielo, sólo sé que allí todo será wireless.
Mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él, dice Jesús.
3. Dios no necesita templos. Nosotros, los que lo amamos, los que escuchamos y vivimos de acuerdo con sus enseñanzas, somos el nuevo templo, la morada en la que Dios quiere habitar.
C.S. Lewis nos recuerda en uno de sus escritos que en la vida todo son necesidades: tengo sed, tengo hambre, tengo frío, necesito cobijo y algo alguien provee a nuestras necesidades. Ahí tienes agua, ahí tienes comida…
Sólo hay una necesidad, la necesidad de vivir siempre, la vida eterna, que ningún gobernante puede prometer ni dar.
4. Ninguno queremos desaparecer, las mudanzas al camposanto, nos aterran porque no nos fiamos de las promesas de Dios, el único que puede satisfacer la necesidad más profunda y más humana que anida en el corazón del hombre.
Jesús, en sus últimas recomendaciones, nos dice que el Espíritu Santo será quien nos recuerde todo lo que yo os he dicho. En esta aparente orfandad, en esta ausencia dolorosa, los creyentes contamos con la eficaz presencia del Espíritu Santo al que tenemos que preparar nuestro interior para que Él se mude y sea el dulce huésped del alma.
5. Aquí, en la asamblea dominical, no enseñamos nada nuevo, simplemente nos recordamos lo que ya sabemos.
El Espíritu es el despertador del cristiano, el Messenger, el whatsapp, el GPS, el mejor gadget que Dios puede darnos y que nos indica las direcciones para ir, sin titubeos, a la casa del Padre en el día de la mudanza definitiva.
Sin duda alguno de ustedes hacen novenas a los santos. Si puedo darles un buen consejo, bíblico y seguro, es que la mejor devoción y la mejor novena es la que hagan al olvidado Espíritu Santo. ¿Han preparado ya su vida interior para que el Espíritu Santo encuentre una morada habitable y hospitalaria el día de Pentecostés?
6. Nuestra fe en Jesucristo resucitado no nos hace optimistas e ilusos, sí nos hace hombres esperanzados, no nos quita la ansiedad ante la mudanza final, sí nos da valor, no elimina las turbulencias que sufrimos en este mundo cambiante, sí nos da la paz. “La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la del mundo. Que no tiemble su corazón ni se acobarde”.
P. Félix Jiménez Tutor.