El evangelio de este domingo nos describe la salida de Jesús al monte con los tres apóstoles más queridos: Pedro, Santiago y Juan. Según la tradición se trata del monte Tabor, situado en Galilea y con 800 metros de altitud. La experiencia, la iniciativa, resultó positiva. En la vida de Jesús nos encontramos con dos montes muy significativos: el Calvario y el de hoy, el Tabor. Una imagen de cómo se desarrolla nuestro vivir: Una mezcla acertada, equilibrada de dos materiales, de dos estados de ánimo. En la sobremesa de la Ultima Cena Jesús abrió su corazón y dijo a sus amigos-los apóstoles-: “Os aseguro que si el grano de trigo caído en tierra no muere, queda solo; pero si muere da mucho fruto”.
Aquel encuentro en la cumbre del Monte Tabor les impactó. Hasta tal punto que Pedro exclamó: “Maestro, ¡Qué bueno es que estemos aquí!. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Jesús sabe muy bien que la cruz forma parte de la vida humana amasada con éxitos y fracasos.
En esta sociedad liquida, en la que manda lo inmediato, Jesús nos invita a “bajar al llano”, “a bajar del monte”, a mancharnos las manos donde se cuece la vida. Vivencia como las que sintieron los tres apóstoles en la cumbre del Tabor nos son necesarias en la vida. Tener cargado nuestro interior de esperanza, de ánimo, de entrega es garantía de que avanzamos por el buen camino.
Los montes Tabor y Calvario, de alguna manera se relacionan. Este -el Calvario- nos habla de dolor, de sufrimiento. Aquél -el Tabor- de esperanza, de gozo. Los dos representan la vida: la risa y el llanto, los dos materiales que resumen la vida. Jesús trata de preparar a sus discípulos -los apóstoles- para las horas amargas que vendrán después: las de su condena y la muerte en la cruz.
“Escuchadle”. Este es el consejo que nos llega de la nube que representa la presencia de Dios. Se trata de un consejo oportuno, pues nuestra sociedad está atravesando unos años de malestar. Mejor dicho, está superando una crisis profunda, que nos viene castigando aproximadamente desde hace 8 años. Es un privilegio, una suerte, una lotería el que nos sorprenda en el diario quehacer la presencia de “Tabores” en forma de personas o de acontecimientos. Pues estas experiencias nos transmiten esperanza, alegría, generosidad. Nos transmiten ganas de vivir y de luchar.
Y que no nos olvidemos de ser nosotros “Tabores” para los demás, para los de nuestro entorno.
Josetxu Canibe.